mayo 4, 2024

¡Bienvenidos a una nueva aventura de pesca, queridos lectores! En esta ocasión, quisiera compartir con ustedes algunos detalles de nuestra última salida, que sin duda fue algo rara y complicada.

Para empezar, quiero hablar sobre el pantano donde fuimos a pescar. Nos sorprendió para mal el nivel del agua, nos entristeció ver que cada día da más pena debido a la pésima gestión que hay en el lugar. Si esto sigue así, lamentablemente tendremos que pescar en la bañera. Es una situación desafortunada que esperamos que cambie pronto, porque la pesca es una actividad que amamos y nos gustaría poder seguir disfrutándola en condiciones óptimas.

A pesar de este inconveniente, comenzamos el día con nuestro ritual habitual de cebado de semilla y micro-pellet, elementos imprescindibles en nuestras salidas. A medida que nos adentrábamos en el pantano, notábamos que las carpas no paraban de retozarse por las orillas, lo cual es una mala señal indicativa de freza. Sin embargo, decidimos no dejarnos desanimar y seguimos intentando dar con la tecla para atrapar algunas despistadas que se atrevieran a comer.

La primera picada llegó cuando mi amigo Mario y yo nos metimos al agua con el pato. Fue una experiencia emocionante, aunque no pudimos aguantar mucho tiempo debido a una lesión en mi rodilla. Fue entonces cuando mi esposa tuvo una picada importante en su caña, pero lamentablemente la carpa logró zafarse de la línea, ganando ella la batalla en esta ocasión.

Después, tanto mi compañero de pesca como yo tuvimos algunas picadas, pero las carpas comían con mucho recelo. En un par de ocasiones, lograron sacarme algunos metros de hilo, pero de repente dejaban de tirar. El cebo estrella ni lo voy a decir, me canso de regalar tiempo a las marcas y que luego les anden regalando productos a gente que no ha pescado con eso en su vida o si lo hace es gracias a tí, así que quien me conozca ya lo sabe y el que no, con gusto se lo digo por privado.

A pesar de que las carpas no estaban muy activas, seguimos pescando con perseverancia. Cuando todo parecía perdido, mi esposa logró hacerse con una preciosa carpa común, no muy grande, pero suficiente para quitarnos ese sabor amargo de la boca y salvarnos del temido “bolo” de pesca. Fue una sensación increíble verla luchar contra la carpa y finalmente vencerla.

Aunque no pude disfrutar al 100% del día debido al dolor en mi pierna, la presencia de nuestra amiga Bea y nuestro amigo Mario hizo una gran diferencia. Ambos son personas especiales para nosotros y hacen que cada salida sea un día especial. Durante la jornada de pesca, compartimos historias, risas y una buena comida, lo que nos hizo olvidar un poco las dificultades que tuvimos con la pesca.

En resumen, aunque nuestra salida de pesca fue algo rara y complicada, pudimos disfrutarla gracias a la perseverancia y al apoyo de nuestros amigos. Esperamos que las condiciones del pantano mejoren pronto para que podamos seguir disfrutando de esta hermosa actividad en todo su esplendor.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

RSS
Follow by Email